lunes, 30 de junio de 2014

La tensión se guarda en el bolsillo.

Qué bonito...
¿Qué se dice con eso? Puedes tomártelo de la manera más literal posible, claro está. Pero si así fuera ¿cómo harías? ¿Te guardarías el ambiente en el bolsillo del pantalón. Porque la tensión está en el ambiente. Pero la tensión se corta con un hacha.
Nunca comprenderé a los que dicen cosas. Porque luego hay otros que se lo toman de manera  taaan literal... que los que dicen se quejan. Todos se quejan. Son todos unos quejicas de porquería.
A propósito: la pregunta sigue en vigencia. ¿Qué escribo aquí? ¿O ya lo puse antes? Hm...
Sí, sí. Lo puse. Pero a medias. Vaya por lo que sea... Algún día tendré que decirlo. ¿Y por qué no ahora? Digamos porque depende de a dónde lleve esta cosa o entrada. Me puedo ir por las ramas y no hablar nunca, nunca, de ello. Já. Y te quedas con la curiosidad. Porque me voy por las ramas. Como los pájaros. O las ardillas. ¿Y qué hay de las ardillas voladoras? Mitad pajarraco mitad ardilla.
Siempre he pensado que las metáforas más bonitas se hacen con aves (a parte de con cadáveres, claro está. Nada en este mundo los supera); como una que escribió alguien una vez que era algo así como Tenía el tamaño del corazón de un colibrí. ¿No es cursi? Tan cursi como cagar unicornios muertos.
¿Por qué mueren los unicornios? No. Ni si quiera se sabe si mueren porque nadie (o casi nadie) los ha visto. ¿Cómo te quedarías si vieras un unicornio muerto? Sería un poco triste, ¿no? Quiero decir.. Nunca ves uno porque son cuentos de hadas y el único que ves, va y ¡pum! Muerto. Aunque si eres del tercer mundo, pues a la parrilla que va. Já. Hoy hay unicornio para comer. ¿Y a qué sabrá un unicornio? A pollo, como todo. A pollo con polvos de hada. Aunque supongo que también sabrá a carne equina.
Sinceramente, creo que todo está cayéndose por la borda a cada instante que pasa. ¿Que qué cae? Eso ya es otra cosa. Pero siempre hay algo desfalleciendo, pudriéndose bajo marea cubierta de algas que lo sepultan para taparlo a los ojos de todo.
Sinceramente, ahora sí, creo que nunca me he llegado a fiar de nadie. Puede que tuviera algún trauma con eso... No me fío de ti, de él, de ella, de los que no conozco... Y a veces ni de mí mismo. Puede parecer un poco triste esta rozadura con la paranoia, pero, claro, como lo está rozando, considero que ser escéptico puede salvarme el culo muchas veces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario