lunes, 5 de enero de 2015

Tic tac toe

Empezamos otro año a la par que muere el anterior. Recuerda, idiota; ahora queda un año menos para el fin del mundo.




Y con pies en polvorosa se puso en camino.
Sin prisa. Sin pausa.
Sabía que algún día llegaría a su destino.
¿Vivo o muerto?
Esa era otra cuestión.

Esta entrada está resultando bastante forzada, pero, seré sincero: necesitaba escribir. No es una de mis mayores pasiones, todo hay que decirlo... Pero pocas cosas me quedan ya a parte de esta.

...

¿Y ahora qué?



Es gracioso ver cómo la gente se auto-convence con nuevos, buenos y mejores propósitos. Propósitos que casi nadie cumplirá. Y el escaso montón que lo hace, se queda, en general, insatisfecho.
Prometer cosas que no vas a cumplir es algo muy típico de tu raza; algo tan natural como el elegante y cortés arte de la mentira, traición, contrariedad y demás estupideces que posee el ser humano. Y el hecho de serlo es algo que te envuelve de orgullo.

"¡Soy una raza poderosa!"

Algo que todo homo sapiens sapiens proclama orgulloso a los cuatro vientos.
Poderosa. Ya. ¿En qué sentido? Inteligencia. Y con eso, lo único que han logrado es llegar a la cima de un mundo que ellos mismos intentan tirar. Como si estuvieran construyendo una torre infinita usando los ladrillos de la base. Dicho así te parece completamente absurdo, ¿no? Bueno, pues felicidades. A mí que me cuentas...
Sería mejor que aquel estúpido mono no bajara del árbol en su día. Si realmente existieran los viajes temporales, creo que haría lo posible por matar a ese estúpido homínido. ¿Tendría lugar entonces la tan conocida Paradoja del abuelo?
...
Pues probablemente.