sábado, 20 de diciembre de 2014

No me gusta mirar las estrellas

Me recuerdan que el mundo es mortal.
Esto ya ha sido escrito anteriormente desde otro punto de vista más... ¿cómo decirlo brevemente? ¿Si el mundo se muere os jodéis todos por imbéciles? ... Puede...
A lo que iba; esa angustia ya mencionada de aquella manera, no quiere decir que a mí no me corroa al igual que la mayoría. Todo lo contrario. A veces tengo la sensación de que me va a dar una taquicardia cada vez que veo una de esas bolas de gas a millones de millones de kilómetros brillar demasiado o que parpadea mucho o que tiene un color que califico como anormal.

Y a veces deseo que eso pare.

Pero otras veces quiero que siga. Quiero que esa angustia por un final sabido y lejano continúe pudriéndome la mente. Porque parece que vuelvo a vivir.

No sé dónde fuera que lo leyera... Estoy seguro de que en muchos sitios. Pero quien fuera el original autor de la idea, no se equivocaba en absoluto, pues como bien decía: "El dolor es la mejor forma de recordarnos que estamos vivos". 
Un muerto no siente.
Un muerto no respira; un muerto no ve; un muerto no oye, no bebe, no come; un muerto no ríe, no llora; no actúa, no habla; no cree, no piensa. Un muerto no imagina.

Y, claro, al contrario que yo y muchos muy pocos de los míos, en esas cuatro últimas cosas son lo que nos diferencia de los cadáveres putrefactos que yacen ya sea bajo tierra o en el aire convertidos en ceniza que los vivos respiran sin saber.

Eso, en cierto sentido, es siniestro. Ahora mismo puedes estar respirando a una persona. En tus pulmones pudo haber estado los ya escasos fragmentos de cualquier ser célebre del que seas fan y se te ocurra en este mismo momento y que fuera incinerado en su día.

Nunca se sabe.

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